Y a la décima fue la buena. No sé si seré yo que soy un poco
zoquete pero he tardado nada más y nada menos que 10 maratones en correr una
con un poco de cabeza. Creo que pocas veces (o ninguna) he salido de una carrera con
la sensación de haberlo hecho bien, de haber corrido con cabeza y haberlo
dejado todo en el asfalto. Siempre me he quedado con la sensación de haber
fallado en algo, sin ir más lejos leer la entrada de la Maratón de Nueva York,
pero en esta ocasión no me puedo reprochar nada. Evidentemente siempre se puede
hacer mejor pero con el entreno que llevaba en las piernas corrí en mi tiempo (minuto
arriba minuto abajo), siempre pensando que la Maratón de Paris no era un
objetivo prioritario sino un entreno para el objetivo de la temporada que es el
IronMan de Lanzarote.
En esta ocasión fue un viaje un poco más express, volamos a
la capital francesa el viernes por la tarde y volvimos el lunes al mediodía.
Vamos que no llegó ni a tres días. Son pocos los días que se tienen de
vacaciones y hay que repartiros bien a lo largo de todo el año. Por no hablar
de la pasta que aún nos estamos recuperando de la semana de Nueva York.
Toda la semana previa a la competición la pase bastante cansadete,
seguramente me pasó un poco factura los entrenos duros que hice durante la
semana santa, donde sobre todo en bici me metí mucha caña. Esto me hacía
albergar dudas sobre como iría la carrera. Los dos días que corrí esa semana
previa fueron con muy malas sensaciones y con pocas ganas. El sábado, día antes
de la carrera, fue también duro. Entre el viaje con el peque, la visita a la
feria, paseo por la torre Eiffel y de hacer un poco turismo, la verdad que acabé
reventado. Se que no es lo ideal pero es parte de estas aventuras, correr y
conocer sitios. Es poco el tiempo que tenemos y hay que aprovecharlo al máximo,
quien sabe cuándo podré volver a Paris.
Todas estas sensaciones cambian el domingo, a pesar de no haber dormido mucho me levanto con muchas ganas y energía para afronta la prueba. No desayuné mucho, no quería llenarme mucho por lo mío y cambié parte del desayuno por barritas energéticas que sabía que me sientan bien. Y a la salida que nos fuimos. Hacia fresquete a primera hora pero luego salió un día perfecto. Sol y una temperatura de 16 o 17 grados. Vamos que ideal para correr.
De salida me había marcado en el reloj un ritmo referencia
de 4:30, eso implicaba correr la maraton en 3 h 10 min, como en NY (que hice
3:11:50). Sinceramente antes de comenzar la carrera no pensaba que podría mantener
ese ritmo ya que tenía la sensación de no llevar la carrera tan bien preparada
como para NY. Pues me equivoqué, estos fueros lo ritmos de paso en cada 5kms:
Si algo puede definir la carrera fue la de mantener un ritmo
bueno y constante desde el principio
hasta el final. Ni me dejé ir en los tramos favorables ni me hundí en los
durillos. Y esto no te creas que fue fácil ya que los primeros 6 o 7 km eran
para correr bien pero me contuve y no me dejé llevar por la emoción del
momento. Constantemente mirando el reloj y bajando el ritmo a propósito. Era
extraño porque mucha gente me adelantaba pero yo iba a la mía. La experiencia
de NY donde estuve corriendo a ritmos muy altos durante casi 30 kms y que luego
lo pague bien pagado me hizo controlarme. Eso sí, el último tramo de carrera,
como los últimos 12 kms, no dejé de
recoger cadáveres. Qué grande es la sensación de llegar al final de una prueba
tan larga y verte con fuerzas para mantener mi ritmo que llevo hasta el final.
La carrera como tal es una pasada, la organización es
fenomenal. Una feria donde no tuve que hacer ni una cola. Sin agobios en los
cajones de salida, se pudo correr desde el primer momento, la verdad que es
todo un acierto el hacer salidas por oleadas y no todos de golpe. Los
avituallamientos cada 5km, donde te daban botellas de agua y lo que pudieras
necesitar. Y a la meta igual, un avituallamiento sin nada del otro mundo pero tenías
todo lo que podías necesitar. Vamos que una carrera de diez con un recorrido
espectacular pasando por algunos de los sitios más bonitos de Paris. Sin lugar
a dudas me la apunto en la lista de carreras donde volvería a ir. Sin lugar a
dudas.
Y una vez más dar las gracias a mi supporting team por
acompañarme a una aventura más.
¿Y ahora qué? Pues a pensar en Lanzarote, en apenas algo más
de un mes tengo el IronMan. Sin duda que será duro las semanas que quedan de
entrenamiento así como la prueba pero después de Paris salgo con mucha moral y
con más ganas que nunca de hacerlo bien.
A por ello.