domingo, 31 de mayo de 2015

IRONMAN Lanzarote 2015




Lo que empezó, como una idea un poco loca en una cena de amigos en casa y sellada con un brindis, llegó hacerse realidad el pasado sábado. De esto hace más de un año y entonces se veía muy lejano. Parecía que no iba a llegar el 23 de mayo nunca. No nos vamos a engañar, ha sido un viaje largo, con paradas en Nueva York y Paris, hasta llegar a Lanzarote. Un viaje con momentos duros, con muchos sacrificios pero sobre todo un viaje que he disfrutado desde el primer minuto.  Por supuesto este viaje no lo he hecho solo. De la mano de mi entrenador Daniel Rodríguez y su empresa de entrenamiento personal (PERSONAL RUNNING) he podido llegar en las mejores condiciones posibles. Y por supuesto, sin el apoyo de la familia (aunque  no siempre me entienden del todo), de mi chica (que siempre está cerca en los momentos más difíciles) y de abrazos del peque (que te dan la vida después de entrenos interminables), literalmente hubiera sido completamente imposible afrontar este reto.



Para esta aventura, además de Bárbara y Álvaro, animadores habituales, tuve la fortuna de que me pudieran acompañar mis padres. No dudaron ni un segundo en venirse a Lanzarote y acompañarme para vivir conmigo la prueba y los días previos. Fueron de gran ayuda y un apoyo importante para que todo saliera bien, tanto los días antes ayudando en todo, como el dia de la carrera. Sin su ayuda inesperada, no hubiera podido acabar como lo hice (luego os lo cuento). Su presencia lo hizo más especial aun. Muchas gracias, no lo olvidaré nunca.




Hace unos años tuve la suerte de conocer Manu, un compañero de fatigas en este mundo del triatlón, además de compañero de trabajo. Sin dudarlo, se apuntó a este reto desde el primer momento. Como él dice, este tipo de retos en compañía los hace un poco más especiales si cabe. Cuando te planteas retos de este estilo es muy difícil encontrar a gente que te siga, con la cual compartir toda la preparación y sobre todo que te comprenda. Pues con Manu, lo encontré. 



Voy a intentar explicar de la mejor manera posible lo que viví durante las algo más de 13 horas en las que estuve compitiendo. Va ser complicado ya que fue un carrusel infinito de sentimientos y de cambios de ánimo. En mi vida había disfrutado y sufrido tanto a la vez.
Llegamos tres días antes a la isla en un vuelo muy temprano. Era la tercera visita a la isla y lo primero que me llama la atención es el viento que hace. En ninguna  de las otras dos ocasiones había vivido algo parecido. El viento era muy fuerte y hacía muy peligroso montar en bici. El día que salimos a probar que la bici estaba bien, nos volvimos rápidamente a casa porque era imposible montar, nuestro único objetivo era no caernos. Tuvimos algún que otro aviso de irnos al suelo pero no fue a más. Según pasaron los días el aire iba disminuyendo, pero no mucho tal y como al final se vio el día de la carrera.


¿A quien se le ve mas preocupado?

Y llegó el día: a las cuatro de la mañana ya estaba sonando el despertador. Pude dormir bastante bien, no muchas horas pero las que dormí fueron buenas. Me encuentro bien, increíblemente estoy tranquilo, muy confiado de que las cosas van a salir bien. Duchita, preparar los bidones y a desayunar con mis padres. No quiero desayunar mucho, me da miedo llenarme mucho y que luego tenga problemas con la tripa. Unos cereales, algún bollo y algo de fruta.

A las cinco y media de la mañana estamos llegando a la playa. Hay muy buen ambiente y muchísima gente. Doy los últimos retoques a la bici, veo que esta todo en su sitio: ruedas, bebidas y alimentación. Todo pasa muy rápido, en seguida estoy en la playa terminando de ponerme el neopreno. Afortunadamente veo muy pronto a mi grupo de animadores que me dan una tranquilad increíble con sus abrazos y besos. Lástima que no puedo ver a mi padre, me falta su abrazo pero sé que está muy cerca entre toda esa gente y que seguro que me está mandándome toda la fuerza.



Para tomar la salida me pongo en el grupo delantero, no con los primero pero bastante adelante. Me encuentro fuerte y con muchas ganas, estoy seguro que puedo hacer una natación buena y en un tiempo cercano a la hora. Un minuto para la salida y no dejo de buscar con la mirada a Bárbara y Alvaro, sus sonrisas me calman. Cojo aire, suena la bocina y al agua. Enseguida estamos nadando, cuesta mucho hacerse un hueco y los primeros metros recibo palos por todos los lados pero en ningún momento me agobio por eso, sigo a mi ritmo sabiendo que en cualquier momento comenzaré a nadar tranquilamente. La verdad que ese momento se hace esperar y solo a la mitad de la primera vuelta ya se puede nadar sin recibir muchos palos. Completo la primera vuelta y mientras paso por la playa para volver al agua me da tiempo a ver el reloj y veo que salgo en 30 minutos, el plan va perfecto. También me da tiempo a saludar a los míos que me gritan con todas sus ganas y me entra un escalofrío al verles. Empiezo la segunda vuelta y ya cambio un poco el chip, empiezo a pensar más en mis piernas y reduzco considerablemente el ritmo de patada para intentar llegar con ellas lo más descasadas posibles. En esta segunda vuelta me doy cuenta que hay algo más de viento  y noto más la corriente, no sé si por ir más solo nadando o porque las condiciones cambiaron. El caso es que, entre la corriente y un nado un poco más conservador, paso la segunda vuelta en 34min. Aunque esta segunda vuelta es más lenta en conjunto es un buen tiempo, lo hubiera firmado antes de comenzar. 1h 05min que implica salir en con los 250 primeros atletas, lo que hace que salga súper motivado. Sin apenas fatiga por la hora nadando, me dirijo a la T1.



En esta primera transición me lo tomo con calma, busco un hueco para quitarme el neopreno y vestirme de ciclista mientras unas voluntarias te untan de crema solar. Noto que tengo el pulso alto y eso me hace cometer algunos errores como ponerme el culotte al revés o no acertar a abrocharme la cremallera de la parte de arriba. Entre que me lo tomé con calma y estas cositas, fue una T1 muy lenta de casi de unos 10 min.

Y comenzamos la bici, con muchas ganas y sabiendo que iba a ser muy largo. De salida en la bici tengo tres objetivos que son: comer bien, no caerme por el viento y llegar con piernas para luego correr. Los primeros metros parece que no hay tanto viento pero es un espejismo ya que nada más salir de Puerto del Carmen el viento nos golpea con toda su fuerza. 

Primeros metros

Los primeros kilómetros son muy duros, en cuestas donde seguramente las subirías con plato y a buen ritmo, tienes que ir con casi todo el desarrollo metido y apenas avanzas. Ves como todo el mundo sufre muchísimo para superar repechos de apenas unos kilómetros que se convierten en auténticos puertos. Aquí es donde me doy cuenta que va ser una bici muy dura y de supervivencia.  El primer momento donde empiezo a disfrutar de verdad es en el tramo de El Golfo, primero porque es un lugar mágico y luego porque es uno de los pocos tramos del recorrido donde el viento es a favor y se puede ir rápido. Empujo todo lo que puedo, me encuentro bien, grito, me animo y me emociono al darme cuenta que estoy corriendo un IRONMAN.

Volando por el Golfo

 A la entrada al parque de Timanfaya el viento nos vuelve a dar en el morro con toda su fuerza. La famosa recta de entrada al parque con sus toboganes siempre apuntando hacia arriba se hace muy larga. Pero eso no evita que te quedes con la boca abierta contemplando el impresiónate paisaje. Una vez alcanzada la cima del parque de Timanfaya, largo tramo de bajada hacia La Santa, no se puede ir todo lo rápido que te gustaría ya que el viento es un continuo freno para avanzar rápido. De La Santa a Famara, otro tramo precioso pero para mi muy peligroso, el viento entraba de lado y la bicicleta no dejaba de dar bandazos. A pesar de llevarme algún que otro susto, lo pude superar sin incidencias. Eso sí, frenando más de lo que me hubiera gustado. Una vez llegado a Famara empieza la parte más dura de la carrera con la subida a los dos miradores. La primera parte es más tendida y con viento a favor lo que la hace muy llevadera; pero cuando giramos a la derecha para ir dirección a Teguise, el viento sopla con más fuerza que nunca. En Teguise tengo una gran alegría al ver a mi equipo de animadores en una rotonda, incluso me da tiempo a chochar la mano con mi madre. Es como un chorro de aire fresco, lleno de energía para lo que se me venía por delante. La subida a mirador de Haria fue un verdadero infierno, el viento lo convirtió en un verdadero suplicio y solo el sándwich de Nocilla que tenía en el avituallamiento especial en la cumbre me motivaba a seguir tirando. Incluso cayeron algunas gotas de lluvia. 


No lo había contado pero toda la parte norte de la isla estaba cubierta por las nubes y para nada había sensación de calor. Una vez coronado el puerto y habiendo hecho una parada cortita para reponer fuerzas hacemos el descenso hacia Haria, entre fuertes golpes de viento y temblores por el frio que estaba pasando. La subida al Mirador del Río fue es más llevadera, quizá sean esas vistas que te hipnotizan cuando llegas a tramo final y ves la isla de la Graciosa desde todo lo alto. Te emocionas, alguna lágrima cae e intentas guardar en la memoria cada instante porque sabes que estás ante un momento que nunca olvidarás. Parece que lo más duro está hecho.

Últimos metros del Mirador del Río
Comienza el descenso, sin tomar más riesgos de los necesarios. 


Al llegar a Arrieta vuelvo a ver a mi equipo animador. Emoción máxima de nuevo. No se lo puedo decir pero no saben los que les agradezco ese esfuerzo y paliza que se dan para solo verme unos segundos. Pero esos segundos me dan alas para seguir tirando. Parece que ya esta todo hecho pero para nada, al llegar a Tahiche (km 132) aun quedan como 35kms de subida, que si bien no son muy duros, ya pican en las piernas y la cabeza la tengo como un bombo de tanto aire. Los últimos kms hacia el puerto del Carmen me los tomo muy tranquilos, intentando recuperar las patas que aún queda una maratón. Al final 6 horas  49 min, más lento de lo esperado pero para las condiciones que había, es para estar más que contento.

Llegada a la T2

Me bajo de la bici y las primeras sensaciones son buenísimas, sin calambres y puedo correr hacia mi bolsa. Alegrón total. Al recoger la bolsa, de nuevo mi equipo animador, ahora si que me paro a intercambiar unas palabras. Esta segunda transición también es tranquila, me cambio de ropa, un poco de cremita de las voluntarias, un pis y listo a correr.
La maratón son tres vueltas, una de 22 kilometros  y dos de 10kms.


Empiezo bien, con mucha fuerza, haciendo los primeros kilometros  por debajo de 5 minutos el kilómetros, me doy cuenta que quizá voy muy rápido y que la carrera es larga, por lo que decido bajar el ritmo a propósito para poder correr durante toda la carrera, que es el objetivo último. En los avituallamientos paro para beber, comer algo y sigo de inmediato. 



Todo va fenomenal hasta el final de la primera vuelta. Sería por el km 18 ó 19 cuando la tripa empieza hacer de las suyas. Me duele mucho toda la zona abdominal y de los riñones. Es tan fuerte el dolor que no puedo correr, y apenas puedo andar. La rabia me invade, es muy frustrante porque de piernas y de cabeza voy bien pero es dar un paso y duele mucho. En ningún momento se me pasa por la cabeza retirarme y tiro para adelante aunque sea andando y con la esperanza que se pase en algún momento. 




Esto sería el km 21, me pasé caminado casi 11kms. Incluso durante un rato me dió tiempo a que mi madre me pasara por teléfono a mi hermano Pablo y a Marina. Fue una charla muy divertida, que sirvió para animarme sacándome una sonrisa y que me vino muy bien para lo que aun quedaba por delante. Afortunadamente mi equipo animador consciente de mi problema estomacal, tiene la brillante idea de comprarme un protector de estómago. Esto sería por el kilometro 31, es decir final de la segunda vuelta.


Esta foto lo dice todo

Pues bien, fue como una poción mágica y rápidamente el dolor disminuyó una barbaridad, tal fue la mejoría que pude volver a correr, y correr a ritmos parecidos al principio. Como hubiera cambiado la cosa si me hubiera tomado esa pastilla antes. Pero bueno, pasamos el bache y pude disfrutar de los últimos kilómetros.


Sufrimiento máximo

Y si digo disfrutar, no sé cómo describir esos últimos instantes pero  son de la cosas más alucinantes que he sentido. De repente te invaden un montón de sentimientos, de pensamientos de sensaciones……. Todo pasa tan rápido que pierdes la noción del tiempo, incluso cosas que tenías planeadas hacer al llegar a la meta no sabes cómo hacerlas y te bloqueas (esto es para Bárbara). Pero de lo que no me olvidaré nunca es de llegar a los últimos 15 metros y ver a Bárbara apostada en una valla y darla un abrazo. No recuerdo la conversación que tuvimos pero me quedo con su sonrisa y ese abrazo. Me quedo con levantar la mirada y ver sentada en un banco a mi madre que agita su brazo para que la vea, con una sonrisa de lado a lado de la cara y con Álvaro en el otro brazo, había caído rendido después de un día animando sin parar, y está durmiendo en sus brazos. Intento buscar a mi padre pero no le veo, me pasa lo mismo que en la salida, le busco pero no le veo pero sé que esta y que debe estar muy contento. Lo siento. Me dirijo a la meta, me echo las manos a la cabeza porque no me creo que lo haya conseguido. Me emociono y los ojos se me empañan. Cruzo la meta y te das cuentas que todos los sacrificios que hecho durante todos estos meses han merecido la pena.




Alegría máxima

Al final unas 13 horas 14 minutos 13 segundos. Pueden parecer mucho tiempo pero pasó volando. Puedo decir que sufrí y disfruté como no lo había hecho en mi vida. Alcanzando una felicidad máxima.


Objetivo cumplido

Nada más cruzar la meta me encuentro con mi compañero de fatigas Manuel Gutierrez, nos abrazamos y nos damos la enhorabuena. Este tío ha hecho un carrerón y llegó un rato antes que yo a la meta. Se lo merece, ha trabajado mucho para llegar aquí y las cosas le han salido bien. Me alegro mucho por él, ya que se merece lo mejor, he descubierto una gran persona y su amistad es una de las cosas que me llevo de toda esta experiencia que hemos compartido desde el primer momento.


Con el gran Manu, luciendo medallas

No me quiero olvidar de mi compañero de equipo, Alex, hizo un carrerón espectacular. Conociéndole, no esperaba menos. Eché mucho de menos el verle en meta y poder darle un fuerte abrazo. Alex es para quitarse el sombrero como atleta pero es mucho persona cuando le conoces. Me alegro mucho de como te salieron las cosas, tenemos que empezar a pensar en la próxima.

Ya hace unos días que volvimos y la recuperación está siendo muy buena, físicamente sin apenas secuelas estoy muy sorprendido pero psicológicamente me ha dejado un hueco muy grande. Me está costando volver a la normalidad. Tengo que ver cómo plantearme mi futuro deportivo y hacia dónde orientarlo.

Para los que habéis aguantado todo este rollo hasta el final os espera una sorpresa. Como he escrito antes el alcanzar este objetivo y todo lo que ha llevado ha representado la felicidad máxima. Y gran parte de culpa de esta felicidad es porque dentro de unos meses el equipo animador de este IRONMAN en construcción va a ser uno más. Voy a ser padre de nuevo.

Qué más puedo decir.


Va por todos vosotros
GRACIAS

Nacho